Mis historias, Otros

El chico de la vieja librería

No hay duda de que no hay nada especial en esa vieja librería, llena de una gran cantidad de libros antiguos que ya todos hemos leído. Sin embargo, es mi lugar favorito en todo el mundo, pues alguien vivió allí, pero sólo mi mamá y yo sabíamos de él…

Lo conocí en 1943; era un ser indefenso y solitario. Mi madre me dijo que se escondería en la librería abandonada del abuelo, ya que los nazis habían asesinado a sus padres y ahora lo estaban buscando.

Al principio no lo comprendía, era solo una niña. Pero, al crecer, entendí que tal vez este mundo no era tan bueno como lo percibía.

Cuando lo visitaba, pasábamos la mayor parte del tiempo leyendo los libros de la librería. Para mí, esos libros no eran gran cosa, pero él atesoraba cada palabra de ellos, como si fueran lo único que tuviera del mundo exterior.

¿Acaso no sabía que me tenía a mí también?

Cuando terminó la guerra, el chico partió a los Estados Unidos para vivir con su hermano.

Ojalá pudiera decir que lo volví a ver, que leímos juntos de nuevo, que él volvió a mí. Pero como aprendí hace mucho tiempo, el mundo no es tan amable como parece.

Con el pasar del tiempo, volví a abrir la librería. Pensé que tal vez alguien apreciaría los libros tanto como el muchacho lo hacía.

Mucha gente verá este lugar como una librería vieja, llena de una gran cantidad de libros antiguos que ya todos hemos leído. Pero no es así. En este lugar solía vivir el secreto más hermoso que he guardado. Incluso ahora, casada y con hijos, no le he contado a nadie sobre el chico de la vieja librería.

Porque algunos secretos, por más hermosos que sean, no están destinados a ser contados.

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